sábado, julio 07, 2007
Una Nueva Ciudadanía
Zócalo lleno, Madero lleno, 5 de mayo lleno, 20 de noviembre lleno, Pinosuárez lleno... Se repite la escena más representativa del movimiento ciudadano más grande de la historia de México. Pero también hay cambios en la última gran concentración, que hacen que la fotografía haya cambiado.
Cada vez se ven menos las banderas partidistas y cada vez hay más carteles ciudadanos y de la Convención Nacional Democrática. La gente que asiste, es "acarreada" por las condiciones del país; es gente convencida de que tiene que haber un despertar ciudadano, que no depende de un candidato o un partido político. Se trata de personas libres que toman la decisión de expresar su desacuerdo con el estado de cosas y que han elegido sumarse a una resistencia civil pacífica, que lejos de desalentarse, se fortalece cada día más.
Quienes vivimos en Guanajuato -estado primordialmente panista y casi siempre irreflexivamente- encontramos la otra realidad en la gran concentración. Centenas de autobuses procedentes de distintas partes del país -algunos más pobres que otros- se dan cita en los alrededores del centro de la Ciudad de México, repletos de gente que por sus propios medios se organiza y se transporta en grupos más o menos numerosos. La solidaridad es ostensible; la gente de distintos lugares, se saluda y se alegra de ver a los desconocidos que vienen del otro lado del país, a un encuentro con otros que también ejercen la libertad de expresar lo que piensan.
Familias completas caminan por Reforma, que se viste de un encanto especial. No hay robos, no hay agravios entre la gente; hay indignación colectiva y solidaria. Entre la multitud, todos confían en todos, porque todos están en un mismo sentir. Son distintos pero iguales.
A un año del gran fraude y el agravio, la gente sigue firme. El movimiento se fortalece y madura. Si bien López Obrador sigue siendo el líder, el movimiento se cuidadaniza cada día más.
Enhorabuena por México.
Cada vez se ven menos las banderas partidistas y cada vez hay más carteles ciudadanos y de la Convención Nacional Democrática. La gente que asiste, es "acarreada" por las condiciones del país; es gente convencida de que tiene que haber un despertar ciudadano, que no depende de un candidato o un partido político. Se trata de personas libres que toman la decisión de expresar su desacuerdo con el estado de cosas y que han elegido sumarse a una resistencia civil pacífica, que lejos de desalentarse, se fortalece cada día más.
Quienes vivimos en Guanajuato -estado primordialmente panista y casi siempre irreflexivamente- encontramos la otra realidad en la gran concentración. Centenas de autobuses procedentes de distintas partes del país -algunos más pobres que otros- se dan cita en los alrededores del centro de la Ciudad de México, repletos de gente que por sus propios medios se organiza y se transporta en grupos más o menos numerosos. La solidaridad es ostensible; la gente de distintos lugares, se saluda y se alegra de ver a los desconocidos que vienen del otro lado del país, a un encuentro con otros que también ejercen la libertad de expresar lo que piensan.
Familias completas caminan por Reforma, que se viste de un encanto especial. No hay robos, no hay agravios entre la gente; hay indignación colectiva y solidaria. Entre la multitud, todos confían en todos, porque todos están en un mismo sentir. Son distintos pero iguales.
A un año del gran fraude y el agravio, la gente sigue firme. El movimiento se fortalece y madura. Si bien López Obrador sigue siendo el líder, el movimiento se cuidadaniza cada día más.
Enhorabuena por México.