miércoles, noviembre 22, 2006
López Obrador, Presidente Legítimo de México.
Las 5:00 de la tarde del 20 de noviembre de 2006, hora de la cita que cientos de miles de personas habían concertado en la plaza pública más grande del país.
En una helada tarde se ven indígenas de distintas etnias, mestizos de todas las regiones del país, hombres y mujeres, ricos y pobres, morenos y güeros...todos en el mismo espacio, en un mismo sentir. Los rostros reflejan una misma cosa: esperanza.
El intenso frío no pudo apagar el fuego que encendió los corazones cuando llegó López Obrador. Al grito de ¡Presidente! ¡Presidente! las voces se unieron en un rítmico anhelo. El líder saludaba emocionado de ver a la gente allí...a pesar de la adversidad, del supuesto y promocionado desgaste del movimiento, a pesar de la impopularidad del hombre, a pesar del clima...la gente estaba allí.
La ceremonia fue sencilla y elegante. El Presidente rindió su protesta ante quienes lo eligieron y le exigirán cumplirla. Su discurso -en muchas ocasiones llamado incendiario- fue sobrio y conciso. En él expresó sus primeras acciones y el espíritu que privará en su gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del Pueblo.
Habla Andrés Manuel y la gente escucha; por momentos surge la algarabía y los gritos emocionados, pero cuando él habla, todos guardan silencio. Los ojos y los oídos de todos están atentos; los cerebros procesan cada palabra. La gente toma conciencia del momento histórico y asume su responsabilidad de participar.
¡Tenemos Presidente! era el clamor popular. Todos lo vimos, todos lo sentimos. Termina todo, con el canto del trovador de muchas historias parecidas.
Es hora de marcharnos. Los ríos de gente avanzan lentamente por diversos cauces, sin incidentes, en un mismo espíritu y en un mismo sentir. Todos vamos satisfechos y contentos porque no se repitió la historia de resignación ante la imposición.
López Obrador, como Presiente, vuelve a marcar la agenda nacional. López Obrador, ¡Presidente Legítimo de México!