domingo, noviembre 05, 2006

 

Formación de la ciudadanía.

El pasado proceso electoral en México, no sólo levantó pasiones, odios y sinsabores. También generó conciencia de la realidad nacional.

El movimiento liderado por Andrés Manuel López Obrador se debe -en buena medida- al hartazgo de la gente por el estado de cosas de la nación. Sin duda, López Obrador es un líder transformativo y carismático, pero su principal atractivo es la causa que defiende, que es compatible con la de millones de personas en el país.

Muchos de los millones que participan hoy activamente en el movimiento social, lo hacen por sobreponerse a la asfixia que les ha provocado la marginación y la pobreza promovida por el sistema político nacional; otros millones lo hacen por desencanto de lo que creyeron que sería un gobierno democrático. Algunos más lo hacen porque es congruente con sus convicciones de toda la vida.

El caso es que hoy se evidencia que el Pueblo de México empieza a tomar conciencia de lo que le ha sumido en el rezago durante décadas. La sociedad se organiza y toma decisiones; impulsa un cambio verdadero y lo gestiona.

Lo que se ve hoy en Oaxaca es un buen ejemplo de esta toma de conciencia y del empoderamiento popular.

Sin embargo, es obvio que aún faltan muchos de asumir su ciudadanía; sigue habiendo millones que han sucumbido al miedo y la apatía. Por ello, el compromiso de los ciudadanos que hemos entendido nuestro papel, es ayudar a quienes todavía no vislumbran su rol social en la transformación del país.

La formación de la ciudadanía es un asunto al que el gobierno mexicano y la plutocracia que lo sostiene, le temen porque saben que representa el fin de sus privilegios y de la impunidad.

En la medida en que los ciudadanos asumamos nuestro verdadero poder, México tendrá el gobierno que merece.





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