martes, septiembre 12, 2006

 

El Congreso a tiros y tirones ¿Y los ciudadanos?

Como era de esperarse, la lucha de fuerzas se ha iniciado en el Congreso de la Unión. En ambas cámaras, han empezado las diferencias, la falta de acuerdos, los mayoriteos y las prácticas tradicionales entre los legisladores. Además, al abrir la cloaca política, empiezan a salir toda clase de cosas, algunas ciertas y otras no, que enturbian aún más la situación parlamentaria.

México es un país en el que los diputados y senadores gozan de una terrible reputación; en buena medida, esto tiene que ver con sus jugosas dietas y el escaso trabajo legislativo que logran en el tiempo que ostentan el fuero constitucional. Además, la historia de impunidad que les rodea, "adorna" aún más su fama.

Pero, ¿dónde quedamos los ciudadanos?

Los mexicanos también tenemos una bien ganada fama de conformistas. Comúnmente aceptamos lo que "nos tocó vivir". Así, hemos soportado toda clase de gobiernos nefastos a lo largo de la vida de la República Mexicana.

Sin embargo, hay un alto porcentaje de mexicanos que hemos abierto los ojos a una nueva realidad. Empieza a circular el rumor de que en el país "el poder dimana del pueblo". Andrés Manuel López Obrador, ha puesto en la mesa de discusión ese artículo 39 de nuestra Carta Magna, que reivindica a los mexicanos que quieren dejar de someterse a los poderes fácticos.

Por lo anterior, es sumamente importante que adoptemos nuestro poder ciudadano y hagamos valer nuestra autoridad.

Es tiempo de exigirles a los legisladores que dejen de hacer leyes a la medida de sus intereses partidistas o particulares. Deben dejarse de los mayoriteos por bancadas. De acuerdo con la ley, ellos son representantes populares, de manera que debemos asegurarnos de que ellos trabajen con las ideas de nosotros los ciudadanos y que defiendan nuestros derechos.

Para lograr lo anterior, no basta con la buena voluntad de los diputados y senadores; se requiere de que los ciudadanos los busquemos y les ordenemos lo que tienen que hacer a nuestro nombre. Este es el tiempo de los hombres y mujeres normales en México. La corrupción se enfrenta cuando los agraviados quieren dejar de serlo.

Por esto, ¡Bienvenida la convención Nacional Democrática!





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