viernes, agosto 04, 2006

 

La víspera

El Tribunal tomará alguna decisión el día de mañana. El asunto es delicado, porque la resolución no es sencilla. Sin duda alguna, lo más justo (sin ser jurista) es el conteo voto por voto, porque cualquiera que sea el resultado, le dará legitimidad al gobierno entrante y sentará las bases de la gobernabilidad, que se ve tan difícil.

Sin embargo, hay asuntos no jurídicos que inciden de forma determinante en la decisión del Tribunal Electoral. Hay presiones por todos lados, pero las más ostensibles dependen de la resolución que se emita, que puede ser en diferentes sentidos, con distintas implicaciones:

1. Avalar el triunfo del candidato oficial: esto equivaldría a una afrenta social descomunal. El escenario sería sin duda grave, porque la sociedad se puede desbordar. Por supuesto, los augurios para un gobierno espurio, no son nada buenos. Mi pronóstico es que Calderón no podrá gobernar jamás.

2. Hacer un conteo parcial de los votos de varios miles de casillas impugnadas: sería una medida tibia e insuficiente, pero en un sentido correcto. La Coalición por el Bien de Todos seguiría con la resistencia civil, con los plantones y algunas acciones mayores. Este conteo parcial, puede de cualquier forma llevar al conteo total más tarde, cuando se evidencien las irregularidades.

3. A través del análisis de las irregularidades, configurar la nulidad abstracta de la elección, lo cual solamente beneficia a la élite que respaldó a Calderón; esta es una salida "decorosa" para ellos, para la falta de liderazgo del candidato y su empequeñecimiento progresivo. Sin embargo, un interinato puede servir para dañar al país en un año y medio, para amarrarle las manos a AMLO en un segundo intento.

4. Que se haga el conteo total de los votos, que legítimamente otorgará el triunfo a López Obrador. En este caso, la gente queda contenta, pero el aparato empresarial y de gobierno, quedarían muy mal parados. Esta es la decisión correcta, pero muy difícil de tomar por las implicaciones.

El Tribunal tiene la oportunidad histórica de hacer justicia en primer lugar, pero también de autolegitimarse con parte de un Poder verdaderamente autónomo y de reivindicar a las Instituciones, tan dañadas por los que dicen defenderlas. Los magistrados tienen en sus manos la posibilidad de pasar a la historia por haber roto con las prácticas ancestrales del fraude y las elecciones de Estado. Sin embargo, también pueden pasar como detractores de la democracia y las libertades ciudadanas. Difícil decisión.

Esperemos.

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