sábado, agosto 26, 2006

 

La trascendencia de este momento

Los sucesos políticos de los últimos años, han sido trivializados por los medios de comunicación y por los poderes fácticos del país. El Presidente Fox ha hecho muy bien el trabajo que le ha correspondido en este sentido, con su natural estilo "rústico" de comunicación y sus incuestionables habilidades de publicista.

Desde la perspectiva de los dueños del país, esta es "solamente" una elección más; México está acostumbrado a la corrupción, a los fraudes electorales, a los gobiernos impuestos, de manera que no importa hacerlo otra vez. Llego a esta conclusión por el manejo torpe y descuidado que se ha hecho de todo el proceso, que inició formalmente con el asunto del paraje San Juan. Si "los poderosos" no creyeran esto, habrían sido muy cuidadosos en los detalles de sus maquinaciones, pero dejaron evidencias por todos lados.

Es preocupante que un sector de la población, siga creyendo el cuento de que es "sólo" una elección, un sexenio más. Estas personas no pueden creer que haya existido toda una estructura dedicada a planear y consumar el fraude; les parece improbable que lo que Andrés Manuel dice sea cierto, en primer lugar porque lo dice él y en segundo lugar porque "¿quién va a ser tan malo como para urdir algo así?" Es lamentable que estas personas, ciudadanos comunes y que de buena fe le creen a Televisa, no hayan podido escapar a la manipulación evidente de los medios y "los de arriba" y hayan votado por sus victimarios.

Sin embargo, hay muchas evidencias de la verdad; las hay en el nuevo mundo de internet, en la forma de videos, audios, documentos, testimonios. Pero las pruebas más evidentes de la mentira, del fraude, de la perversidad, están en el pueblo de México, en la realidad social, en la historia de México (que cada vez es menos conocida), en la memoria de quienes hemos podido escudriñar el estilo político del país.

Lo que hoy está en juego es la dignidad del pueblo de México; no sólo de los "renegados" que estamos apoyando la resistencia civil pacífica, sino también de quienes han sido engañados por la publicidad supérflua y los discursos falaces de los poderosos. Está en juego el destino de este país, la elección de un camino que fabrica pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos o la de un camino de progreso y dignidad para todos. Está en juego la democracia, que ha sido ultrajada en extremo.

La frase que Calderón dijo el día de ayer es muy ilustrativa: "Ganamos y punto, pésele a quien le pese y duélale a quien le duela". La traducción es: "Seré impuesto a pesar del dolor de la mayoría que no votó por mí".

La lucha no es por Andrés Manuel; él es uno más de los dolientes. La lucha es por nosotros los mexicanos. Por eso es legítima.

¡No a la imposición!

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